¿En qué consiste la Psicoterapia?

¿Para qué sirve?

¿Qué ocurre en el encuentro entre terapeuta y paciente que lo convierte en una experiencia sanadora?

Estas son algunas de las preguntas que me gustaría responder desde mi experiencia personal. Pero antes de comenzar, considero importante recalcar que me basaré en el tipo de terapia que practico, pues existen muchas otras maneras válidas de relacionarse con una persona que decide ir a terapia. 

Hablo de “maneras de relacionarse” porque considero que, en esencia, la psicoterapia es un encuentro entre dos personas en el que se construye una relación cuyo objetivo es ayudar a la persona a conocerse mejor.

La terapia fomenta el autoconocimiento y el bienestar emocional

Por supuesto que este es un objetivo muy amplio que incluye múltiples sub-objetivos. Tomar conciencia de las propias emociones y de cómo nos relacionamos con los demás, reapropiarnos de nuestro pasado muchas veces “olvidado”, asumir la responsabilidad de lo que sentimos y hacemos, entre otros.

Así mismo, no cabe duda de que cuando se van cumpliendo estos objetivos, es decir, cuando la terapia es efectiva, los pacientes experimentan cambios positivos en sus vidas.

Pero no siempre es agradable ni divertida

Frecuentemente acudimos a terapia cuando nos sentimos sobrepasados por situaciones de nuestra vida.  Como es natural, queremos librarnos de ese sufrimiento. Muchos pacientes en una primera sesión me expresan su deseo de quitarse sufrimiento, de que las cosas no les afecten tanto, etc.  

En cierta medida es lo esperable cuando un proceso de terapia ha sido eficaz. Aunque más que librarnos definitivamente del sufrimiento, aprendemos a gestionarlo de manera que no nos bloquee, paralice y, en definitiva, condicione en exceso.

Pero reconectar con nuestras experiencias dolorosas también implica conectar con emociones y sensaciones que pueden resultarnos muy desagradables. Miedo, culpa, vergüenza, angustia, etc.
Por ello, no es extraño experimentar un aumento en sensaciones de ansiedad, tristeza, vulnerabilidad, etc., cuando iniciamos una terapia. De hecho, considero que es un paso crucial para que estas emociones no condicionen nuestra vida. Igual de crucial es respetar el ritmo de cada persona y permitirle que llegue hasta donde pueda o quiera llegar.

¿Qué cambia en nosotros cuando la terapia es efectiva?

Cuando este proceso se desarrolla de manera efectiva, nos volvemos más capaces de poder “mirar” nuestro dolor y todas aquellas partes de nosotros que posiblemente hayamos tenido que ocultar para sobrevivir.

Puede sonar paradójico, pero mirar nuestro dolor y reconectar con él es lo que nos permite gestionarlo y no vivir una vida condicionada por él.

En definitiva, la terapia nos ayuda a reconstruir e integrar todas las partes que forman parte de nosotros. Gracias a ello, el conflicto interno que podemos sentir se va reduciendo, aumenta la aceptación de partes nuestras reprimidas (y consecuentemente aumenta nuestra aceptación de los demás).

Pero lo más importante es que nos ayuda a recuperar el amor hacia nosotros mismos.

El encuentro libre de juicios y de máscaras es lo que nos sana

Como podréis deducir, veo la psicoterapia como un proceso con momentos agradables y desagradables. Y es precisamente esto lo que la convierte en un encuentro auténtico entre dos personas.

Es una oportunidad para conocernos mejor y puede que algunas de las cosas que vayamos descubriendo no nos gusten.

A veces lo que nos da miedo es que el/la terapeuta nos conozca tal y como somos. Sé lo que es estar sentado en terapia y tener miedo de abrirme, porque lo he experimentado. “¿Qué imagen va a tener de mi si le cuento esto?”, “Igual se molesta si soy sincero”, “mejor lo adorno un poco”,  son algunos de los pensamientos que se me venían a la cabeza en esos momentos.

Está bien respetar nuestro ritmo en este sentido. No hace falta forzarnos.

Pero sí puedo decir que cuando me he atrevido a “salir de mi escondite”, de mi zona de confort, el resultado ha sido muy positivo.

Poder ser visto sin máscaras y no ser juzgados por ello, es lo que nos permite ir aceptándonos y queriéndonos más.  Claro que aquí también es crucial que el/la psicoterapeuta lo acoja sin juicios y que evite defenderse, ya que lo que sentiríamos como pacientes es que ha estado mal mostrar esa parte nuestra. 

Si el terapeuta se esconde, el paciente se esconde

En un momento hablaré de lo importante que es que los psicoterapeutas hayamos estado en terapia.

Pero antes, quiero hacer especial hincapié en la idea de que la psicoterapia debe fomentar un encuentro auténtico.

¿Cómo podríamos ayudar a una persona a aceptarse tal y como es si nosotros mismos nos escondemos detrás de una máscara?

Una máscara que puede manifestarse de diferentes maneras: necesidad de mantener una apariencia excesivamente profesional, necesidad de tener todas las respuestas, necesidad de ocultar nuestras propias emociones desagradables, etc.

Por supuesto que la terapia requiere de estructura y límites, ya que protegen a los implicados.

Pero es importante que, respetando esta estructura y estos límites, el encuentro entre terapeuta y paciente sea lo más humano y auténtico posible.

No podemos ayudar al paciente a que se acepte tal y cómo es si nosotros mismos nos escondemos. Tampoco por no tener todas las respuestas. No pasa nada por experimentar emociones desagradables en la interacción con los pacientes. Sólo aceptándolo podemos trabajarlo y resolverlo. Es bueno reconocer cuando no sabemos algo y disculparnos cuando nos equivocamos. De hecho, creo que es fundamental para construir un vínculo de confianza.

Para evitarlo, los psicoterapeutas necesitamos haber ido a terapia

Ya para terminar, un requisito fundamental que yo buscaría en un/a psicoterapeuta es que haya estado en terapia.

Haber andado un camino similar, de conexión con nuestro propio dolor es lo que nos permite conectar de manera profunda con los pacientes. No es necesario que el/la terapeuta que elijamos haya experimentado los mismos problemas que estamos atravesando. Pero sí considero esencial que haya experimentado este proceso de autoconocimiento.

Espero que esta reflexión os haya gustado y os pueda resultar útil en vuestro propio camino. Me encantará leer vuestras reflexiones y vuestra experiencia en el mundo de la psicoterapia.
¡Un abrazo!

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